domingo, 27 de septiembre de 2015

El factor estimativo y antropológico en las ciencias sociales

Augusto Salazar Bondy

1. En diversos niveles se insertan los conceptos de valor y valoración en la investigación de las ciencias sociales o humanas. Esto ocurre, en primer lugar, en un nivel metodológico. El investigador acota su campo de estudio y determina su objeto planteándose un cierto género de cuestiones y problemas que implican una selección de objetivos en los que se hace presente un interés dominante, una estimación rectora. Esta se­lección previa traza un curso a la investigación con un trasfondo valorativo del cual no siempre toma conciencia el investigador. Los problemas sociológica o antropológicamente interesantes, los que van dando contenido y forma a la ciencia que se construye concretamente, resultan ser así, en cada momento del desarrollo de las disciplinas humanas, los problemas que interesan al hombre que hace la ciencia y a su grupo. 
Estadios en el reconocimiento del otro* 

Luis Villoro

El Problema principal de una pluralidad de culturas es la dificultad de su reconocimiento recíproco. El encuentro entre la cul tura occidental y las culturas aborígenes de América ha sido el acontecimiento de la historia del hombre en el que se mostró con mayor fuerza el terrible drama a que puede conducir ese problema. Este capítulo y el siguiente tratan de aquel momento. Su testi monio servirá, espero, para arrojar alguna luz sobre el desafío, en nuestra época, del reconocimiento del otro.
La cuestión de la autenticidad en la filosofía actual 

Juan Abugattas 

La filosofía tiene dos modos de generar sus problemas. Uno, el más básico, el que le da su vida y sustento permanente, el que marca su dinamismo, es la aparición de aporías en el curso normal de su reflexión. Son, pues, las trampas que el pensamiento mismo coloca en su camino las que proporcionan la savia de la que se alimenta la filosofía.
La alteridad inaceptable

Luis Villoro

Cuando los españoles llegaron a México quedaron atónitos frente a un mundo extraño, donde la belleza y el horror se confundían. Hernán Cortés no acertaba a hablar «de la grandeza, extrañas y maravillosas cosas de esta tierra», se resignaba a decir como pudiere cosas «que, aunque mal dichas, bien sé que serán de tanta admiración que no se podrán creer, porque los que acá con nuestros propios ojos las vemos no las podemos con el entendimiento comprender» [Cortes, T. II, p. 198],